Cuento: No te rías, Pepe
Autora: Keiko Kasza
Mamá zarigüeya amaba a su hijo pepe
tiernamente, pero él siempre se estaba riendo. Últimamente ella estaba
preocupada por la risa de Pepe. Mamá zarigüeya estaba a punto de enseñarle a
Pepe la lección más importante que una zarigüeya pudiera aprender.
- Pepe - dijo mamá zarigüeya -. Debes
aprender a hacerte el muerto.
- ¿Por qué? - preguntó Pepe.
- Porque nosotros, las zarigüeyas,
nos defendemos de los enemigos haciéndonos los muertos - le explicó mamá
zarigüeya -. Cuando aprendas este truco, te prepararé el postre preferido de
las zarigüeyas, ¡torta de insectos!.
Empezaron a practicar.
- No te rías, Pepe - le advirtió mamá
zarigüeya.
- No te preocupes, mamá - respondió
Pepe.
Pepe se hizo el muerto y su mamá lo
olfateó, como si fuera un zorro hambriento.
Snif, snif, snif.
Pepe se río tanto que le dolió el
estómago.
- ¿Ya puedo comerme la torta? -
preguntó.
- De ninguna manera - lo regañó mamá
zarigüeya -. ¡Las zarigüeyas muertas no se ríen!.
Pepe
practicó hacerse el muerto otra vez. Ahora su mamá lo hurgó, como si fuera un
coyote malvado.
Tuc,
tuc, tuc.
Pepe
se rió tanto que gritó para que su mamá parara.
- ¿Ya
puedo comerme la torta? - preguntó.
- De
ninguna manera - lo regañó mamá zarigüeya -.
¡Las
zarigüeyas muertas no gritan!
Pepe
practicó hacerse el muerto una vez más. Ahora su mamá lo sacudió, como si fuera
un temible gato montés.
Sacudón.
Sacudón. Sacudón.
Pepe
se río tan fuerte que, con el movimiento, se soltó y cayó al suelo.
-
¿Ahora sí puedo comer un poco de torta, mamá? - preguntó.
- De
ninguna manera - lo regañó mamá zarigüeya -. ¡Las zarigüeyas muertas no se
mueven!
La
mamá de Pepe estaba preocupada por su risa, pero a sus amigos les encantaba.
Les gustaba mirar a Pepe hacerse el muerto porque los hacía reír también.
-
Pero, Pepe - susp
iró
mamá zarigüeya -, ¿qué vas a hacer cuando enfrentes un verdadero peligro?
Un día
mamá zarigüeya llevó a Pepe a practicar afuera.
- Esta
vez - le dijo -, seré un viejo oso gruñón. Debes hacerte el muerto cuando yo
gruña, ¿entiendes?
- Muy
fácil, mamá - dijo Pepe.
Pero
justo cuando mamá zarigüeya iba a gruñir…
… un
verdadero viejo oso gruñón salió del boque y dio el gruñido más feroz que Pepe
jamás hubiera escuchado.
De
inmediato, Pepe y su mamá cayeron al suelo y se hicieron los muertos.
El
viejo oso gruñón olfateó a Pepe.
Snif,
snif, snif.
El
viejo oso gruñón le hurgó la panza a Pepe.
Tuc,
tuc, tuc.
Finalmente,
el viejo oso gruñón sacudió a Pepe hacia arriba y hacia abajo.
Sacudón.
Sacudón. Sacudón.
Pepe
no se rió. Pepe no gritó. Pepe no se movió.
Por
primera vez se hizo el muerto perfectamente. Mamá zarigüeya estaba muy
orgullosa de él. Pero el viejo oso gruñón no se fue. Se sentó y esperó.
De
repente, el oso empezó a llorar.
- Esto
es terrible - se lamentó -. Siempre soy tan gruñón que pensé que si alguien
podía hacerme reír era el pequeño Pepe zarigüeya. ¡Pero cuando lo encuentro, el
pobre Pepe cae muerto frente a mis ojos!
¡Oh,
esto es horrible!
Pepe
se tranquilizó al oír la historia del oso.
Hasta
comenzó a sentir compasión por el oso que sollozaba.
-
Señor Oso - dijo -, no estoy muerto. Sólo me estoy haciendo el muerto.
El oso
se espantó sorprendido.
-
¿Haciéndote el muerto? - exclamó -. ¡Caramba!
¡Eres
muy bueno para eso! Oh, por favor, Pepe - le regó -, enséñame a reír.
- Es
fácil - dijo Pepe -. Hay muchas cosas divertidas, Señor Oso. Lo que acaba de
pasar es divertido - y comenzó a reírse.
Pronto
todos a su alrededor empezaron a reír también, incluso el viejo oso gruñón.
Al
poco tiempo, los animales se estaban riendo tanto que todo el bosque temblaba.
- Oh,
Pepe - dijo el oso a las carcajadas -, gracias por enseñarme a reír.
-
Gracias, Señor Oso - respondió Pepe -, por enseñarme a hacerme el muerto.
-
¿Ahora sí puedo comer torta? - le preguntó Pepe a su mamá.
-
Claro que sí - respondió mamá zarigüeya -. Vengan todos a comer una deliciosa
torta de insectos.
- ¡Con
saltamontes! - exclamó Pepe -, ¡Y escarabajos y cucarachas, también!.
Repentinamente,
los demás animales dejaron de reírse.
¿¿¿
Torta de insectos??? ¡¡¡Cucarachas!!!
Uno
por uno, cayeron al suelo…
… y se
hicieron los muertos.